miércoles, 1 de julio de 2009

LA ESCENA DEL BALCÓN

LA ESCENA POR LA QUE MÀS SE RECUERDA A ROMEO Y JULIETA ES POR LA ESCENA EN LA CUAL SE DECLARAN SU AMOR, ES DECIR, LA FAMOSA ESCENA DEL BALCON. INOLVIDABLE ¿VERDAD?


ROMEO [adelantándose]
Se ríe de las heridas quien no las ha sufrido.
Pero, alto. ¿Qué luz alumbra esa ventana?
Es el oriente, y Julieta, el sol.
Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa,
que está enferma y pálida de pena
porque tú, que la sirves, eres más hermoso.
Si es tan envidiosa, no seas su sirviente.
Su ropa de vestal es de un verde apagado
que sólo llevan los bobos ¡Tírala!
(Entra JULIETA arriba, en el balcón]

¡Ah, es mi dama, es mi amor!
¡Ojalá lo supiera!
Mueve los labios, mas no habla. No importa:
hablan sus ojos; voy a responderles.
¡Qué presuntuoso! No me habla a mí.
Dos de las estrellas más hermosas del cielo
tenían que ausentarse y han rogado a sus ojos
que brillen en su puesto hasta que vuelvan.
¿Y si ojos se cambiasen con estrellas?
El fulgor de su mejilla les haría avergonzarse,
como la luz del día a una lámpara; y sus ojos
lucirían en el cielo tan brillantes
que, al no haber noche, cantarían las aves.
¡Ved cómo apoya la mejilla en la mano!
¡Ah, quién fuera el guante de esa mano
por tocarle la mejilla!

JULIETA
¡Ay de mí!

ROMEO
Ha hablado. ¡Ah, sigue hablando,
ángel radiante, pues, en tu altura,
a la noche le das tanto esplendor
como el alado mensajero de los cielos
ante los ojos en blanco y extasiados
de mortales que alzan la mirada
cuando cabalga sobre nube perezosa
y surca el seno de los aires!

JULIETA
¡Ah, Romeo, Romeo! ¿Por qué eres Romeo?
Niega a tu padre y rechaza tu nombre,
o, si no, júrame tu amor
y ya nunca seré una Capuleto.

ROMEO
¿La sigo escuchando o le hablo ya?

JULIETA
Mi único enemigo es tu nombre.
Tú eres tú, aunque seas un Montesco.
¿Qué es «Montesco» ? Ni mano, ni pie,
ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo.
¡Ah, ponte otro nombre!
¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos rosa
sería tan fragante con cualquier otro nombre.
Si Romeo no se llamase Romeo,
conservaría su propia perfección
sin ese nombre. Romeo, quítate el nombre
y, a cambio de él, que es parte de ti,
¡tómame entera!

ROMEO
Te tomo la palabra.
Llámame « amor » y volveré a bautizarme:
desde hoy nunca más seré Romeo.

JULIETA
¿Quién eres tú, que te ocultas en la noche
e irrumpes en mis pensamientos?

ROMEO
Con un nombre no sé decirte quién soy.
Mi nombre, santa mía, me es odioso
porque es tu enemigo.
Si estuviera escrito, rompería el papel.

JULIETA
Mis oídos apenas han sorbido cien palabras
de tu boca y ya te conozco por la voz.
¿No eres Romeo, y además Montesco?

ROMEO
No, bella mía, si uno a otro te disgusta.

JULIETA
Dime, ¿cómo has llegado hasta aquí y por qué?
Las tapias de este huerto son muy altas
y, siendo quien eres, el lugar será tu muerte
si alguno de los míos te descubre.

ROMEO
Con las alas del amor salté la tapia,
pues para el amor no hay barrera de piedra,
y, como el amor lo que puede siempre intenta,
los tuyos nada pueden contra mí.

JULIETA
Si te ven, te matarán.

ROMEO
¡Ah! Más peligro hay en tus ojos
que en veinte espadas suyas. Mírame con dulzura
y quedo a salvo de su hostilidad.

JULIETA
Por nada del mundo quisiera que te viesen.

ROMEO
Me oculta el manto de la noche
y, si no me quieres, que me encuentren:
mejor que mi vida acabe por su odio
que ver cómo se arrastra sin tu amor.

JULIETA
¿Quién te dijo dónde podías encontrarme?

ROMEO
El amor, que me indujo a preguntar.
Él me dio consejo; yo mis ojos le presté.
No soy piloto, pero, aunque tú estuvieras lejos,
en la orilla más distante de los mares más remotos,
zarparía tras un tesoro como tú.

JULIETA
La noche me oculta con su velo;
si no, el rubor teñiría mis mejillas
por lo que antes me has oído decir.
¡Cuánto me gustaría seguir las reglas,
negar lo dicho! Pero, ¡adiós al fingimiento!
¿Me quieres? Sé que dirás que sí
y te creeré. Si jurases, podrías
ser perjuro: dicen que Júpiter se ríe
de los perjurios de amantes. ¡Ah, gentil Romeo!
Si me quieres, dímelo de buena fe.
O, si crees que soy tan fácil,
me pondré áspera y rara, y diré « no »
con tal que me enamores, y no más que por ti.
Mas confía en mí: demostraré ser más fiel
que las que saben fingirse distantes.
Reconozco que habría sido más cauta
si tú, a escondidas, no hubieras oído
mi confesión de amor. Así que, perdóname
y no juzgues liviandad esta entrega
que la oscuridad de la noche ha descubierto.

ROMEO
Juro por esa luna santa
que platea las copas de estos árboles...

JULIETA
Ah, no jures por la luna, esa inconstante
que cada mes cambia en su esfera,
no sea que tu amor resulte tan variable.

ROMEO
¿Por quién voy a jurar?

JULIETA
No jures; o, si lo haces,
jura por tu ser adorable,
que es el dios de mi idolatría,
y te creeré.

ROMEO
Si el amor de mi pecho...

JULIETA
No jures. Aunque seas mi alegría,
no me alegra nuestro acuerdo de esta noche:
demasiado brusco, imprudente, repentino,
igual que el relámpago, que cesa
antes de poder nombrarlo. Amor, buenas noches.
Con el aliento del verano, este brote amoroso
puede dar bella flor cuando volvamos a vernos.
Adiós, buenas noches. Que el dulce descanso
se aloje en tu pecho igual que en mi ánimo.

ROMEO
¿Y me dejas tan insatisfecho?

JULIETA
¿Qué satisfacción esperas esta noche?

ROMEO
La de jurarnos nuestro amor.

JULIETA
El mío te lo di sin que lo pidieras;
ojalá se pudiese dar otra vez.

ROMEO
¿Te lo llevarías? ¿Para qué, mi amor?

JULIETA
Para ser generosa y dártelo otra vez.
Y, sin embargo, quiero lo que tengo.
Mi generosidad es inmensa como el mar,
mi amor, tan hondo; cuanto más te doy,
más tengo, pues los dos son infinitos.
[Llama el AMA dentro.]

Oigo voces dentro. Adiós, mi bien.
-¡Ya voy, ama!-Buen Montesco, sé fiel.
Espera un momento, vuelvo en seguida.
[Sale. ]

ROMEO
¡Ah, santa, santa noche! Temo
que, siendo de noche, todo sea un sueño,
harto halagador y sin realidad.

[Entra JULIETA arriba.]

JULIETA
Unas palabras, Romeo, y ya buenas noches.
Si tu ánimo amoroso es honrado
y tu fin, el matrimonio, hazme saber mañana
(yo te enviaré un mensajero)
dónde y cuándo será la ceremonia
y pondré a tus pies toda mi suerte
y te seguiré, mi señor, por todo el mundo.

AMA [dentro]
¡Julieta!

JULIETA
¡Ya voy!-Mas, si no es buena tu intención,
te lo suplico...

AMA [dentro]
¡Julieta!

JULIETA
¡Voy ahora mismo!-..abandona tu empeño
y déjame con mi pena. Mañana lo dirás.

ROMEO
¡Así se salve mi alma...!

JULIETA
¡Mil veces buenas noches!

Sale.

ROMEO
Mil veces peor, pues falta tu luz.
El amor corre al amor como el niño huye del libro
y, cual niño que va a clase, se retira entristecido.

Vuelve a entrar JULIETA [arriba].

JULIETA
¡Chss, Romeo, chss! ¡Ah, quién fuera cetrero
por llamar a este halcón peregrino!
Mas el cautivo habla bajo, no puede gritar;
si no, yo haría estallar la cueva de Eco
y dejaría su voz más ronca que la mía
repitiendo el nombre de Romeo.

ROMEO
Mi alma me llama por mi nombre.
¡Qué dulces suenan las voces de amantes en la noche,
igual que la música suave al oído!

JULIETA
¡Romeo!

ROMEO
¿Mi neblí?

JULIETA
Mañana, ¿a qué hora te mando el mensajero?

ROMEO
A las nueve.

JULIETA
Allá estará. ¡Aún faltan veinte años!
No me acuerdo por qué te llamé.

ROMEO
Deja que me quede hasta que te acuerdes.

JULIETA
Lo olvidaré para tenerte ahí delante,
recordando tu amada compañía.

ROMEO
Y yo me quedaré para que siempre lo olvides,
olvidándome de cualquier otro hogar.

JULIETA
Es casi de día. Dejaría que te fueses,
pero no más allá que el pajarillo
que, cual preso sujeto con cadenas,
la niña mimada deja saltar de su mano
para recobrarlo con hilo de seda,
amante celosa de su libertad.

ROMEO
¡Ojalá fuera yo el pajarillo!

JULIETA
Ojalá lo fueras, mi amor,
pero te mataría de cariño.
¡Ah, buenas noches! Partir es tan dulce pena
que diré « buenas noches » hasta que amanezca.

[Sale.]

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